Miki Leal y Fernando Renes "Los zapatos de Federico"
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Sábado, 16/Enero/2016 Sábado, 6/Febrero/2016
Los zapatos de Federico Miki Leal, catalogado como pintor figurativo con una veta pop y surrealista, asume también en su trabajo otras diversas influencias estilísticas que hacen que la clasificación anterior deje de tener sentido. Entre los temas que le atraen para dibujar, no solo están el entorno familiar y doméstico, lo onírico, su pasión por diversos géneros musicales y cierta tendencia a representar personajes icónicos de nuestro mundo; hay también otro aspecto que surge de vez en cuando y que, en el caso de su pieza para esta exposición, se convierte en protagonista: el grafismo, aunque no literalmente referido a la representación de signos, sino a piezas de diseño creadas a partir de elementos geométricos —léase azulejos, mosaicos, terrazos y otros solados compuestos de dibujos que se repiten en esquemas—. Y, junto a ese grafismo, le interesa cómo el tiempo pasa por encima de estos elementos, su uso y desgaste, su erosión y supervivencia, que los hace devenir en hallazgos pictóricos de interés. Este recurso estético surge de manera quizás inevitable y podemos relacionarlo con su origen sevillano —Miki Leal se crió rodeado de azulejos, por incidir en el tópico.
Esta recreación colorista, geométrica y de texturas, que aparece y desaparece ocasionalmente en sus pinturas, se hace ahora bien patente en la secuencia de dibujos que componen la obra que el artista ha creado para presentar en el Centro Federico García Lorca: un trampantojo lorquiano que tiene como conductor de su inspiración al propio poeta, cuyo espíritu es trasladado de la casa familiar en la Huerta de San Vicente al centro de la ciudad para pasear por la obra del pintor. Un trabajo sugerente, evocador, cargado de emoción y lirismo.
En palabras del propio artista: “Mi pintura ha ido evolucionando en los últimos tiempos hacia un interés por los márgenes frente al motivo central. Esos espacios silenciosos del cuadro, aparentemente sin final, me permiten una mirada curiosa sobre elementos tal vez anecdóticos pero de gran importancia para mí por su utilidad para la representación gráfica del paso del tiempo“.
En una visita a la Huerta de San Vicente, Miki Leal queda fascinado por las huellas del espíritu lorquiano en la casa familiar. En un recorrido continuo, de la entrada a la salida, registra los diversos suelos que se aprecian a lo largo de la sucesión de las estancias, según las funciones domésticas que estas acogen, suelos que ahora reciben los pasos de los visitantes en las incesantes visitas guiadas que allí tienen lugar y en las que, en sus tres cuartos de hora de duración, podemos impregnarnos del ambiente que en esa vivienda existió en vida de Federico. En ese recorrido como visitantes, pensamos en cuando Lorca caminaba por la casa, se sentaba en su cuarto a escribir, tocaba el piano en el salón, desayunaba en la cocina o almorzaba en el comedor...
Se trata, para el público, de un recorrido con orden obligado y que coincide exactamente con el que propone la visita virtual en la página web de la Huerta de San Vicente: exterior, entrada-recibidor, comedor, cocina, salón del piano, escalera, dormitorio de Lorca y, por último, la habitación del fondo de la planta alta que ahora funciona como sala de exposiciones temporales. Sin embargo, Miki Leal prefiere fijarse en cosas distintas a las que el guía indica al grupo que recorre la casa durante la visita. El artista escucha, pero, al mismo tiempo, está pensando y mirando más allá de lo que le cuentan y ve, o por debajo de ello...; está atento a ese caminar de Lorca por la casa, a sus huellas.
Las texturas de los suelos de la construcción, diferentes en cada estancia y ahora desgastados por el paso del tiempo y el de miles de pisadas, saltan de la casa de verano de la familia del poeta a las paredes de la sala de exposiciones del Centro Federico García Lorca en la plaza de la Romanilla, que acoge una secuencia de dibujos donde el albero del patio de entrada es el que abre paso al interior de la casa. A partir de ahí se suceden los esquemas geométricos de las baldosas hidráulicas; continúa un ajedrezado de cenefa; sigue el barro verde de la cocina... En este recorrido entre lo geométrico y lo mínimo del dibujo, junto a los surcos del desgaste provocado por los pasos, el solado entero de la casa se recompone en trazado mural. En el lenguaje del dibujo, trazo y línea se unen al color para crear la composición; sencillos elementos con los que cuenta el pintor para narrar su historia, que, en el caso de Miki Leal, oculta tanto como enseña, porque todo lo que pasa por su cabeza no puede ser representado, son demasiadas historias. El artista se contiene y las retiene, mostrando una parte, tan importante como la otra, solo sugerida; y es esa parte la que queda en suspenso para que la finalice el espectador, al que le da pistas, pero no todas en imágenes fluidas y precisas.
Un homenaje a Lorca a partir y a través de su casa familiar, del seguimiento de sus pasos y sus huellas, que se convierte en un recorrido poético para ser leído ordenadamente, de principio a fin, como un poema en estrofas, desde la entrada en la Huerta de San Vicente hasta la salida de la misma, siguiendo el camino que el poeta trazaba día tras día en su vivienda, en su quehacer doméstico. Un camino que el visitante podía hasta ahora solo remedar in situ, con la mirada cuidadosamente puesta en el suelo, para no tropezarse ni pisar donde no se debe, y que en esta pieza se ve elevado a la pared, trazado sobre el papel.
Virginia Torrente 2015 --------
Juego de luna y arena, 2015
Fernando Renes se inspira en los tradicionales lebrillos andaluces, especialmente los de estilo granadino y trianero, para la creación de esta obra homenaje a Federico García Lorca. En palabras del propio Renes al plantearse este proyecto:
Hay una pieza de alfarería muy popular en toda Andalucía, el lebrillo. Soy un enamorado de la alfarería y de la cerámica en general, y Granada tiene una larga tradición alfarera, ya desde la época nazarí, incluso mucho antes, y me parece que podía hacer algo más específico, a la par que aprovechar esta oportunidad para hacer algo nuevo. Sabiendo que a Lorca le apasionaba lo popular, intuía que la cerámica sería algo de su gusto, pero me apetecía hacer alguna pieza que no fuera meramente decorativa; por eso pensé en el lebrillo, recipiente que antes servía prácticamente para todo y que, desde el punto de vista plástico, veo muy potente, muy corpóreo. Estos lebrillos son un maridaje entre texto e imagen, teniendo a Lorca y a su obra por presencia y por ausencia. Después de meterme en el asunto, de repensar a Lorca y Granada —porque, aunque Lorca es universal, es muy granadino—, mi propuesta sería seguir investigando con el dibujo, pero, en vez de hacerlo sobre papel o pared, me gustaría hacerlo sobre lebrillos.
El lebrillo es un recipiente tradicional de barro, similar a un plato hondo o una fuente circular, que ha sido utilizado durante siglos con fines distintos: fuente de fruta, ensaladera, etc., para la higiene personal (lavado de manos, cara o pies) u otros usos domésticos (lavado de ropa y cacharros de cocina). Hoy día, el lebrillo ha perdido sus funciones prácticas para pasar a ser elemento decorativo, con dibujos y motivos diversos, reflejando la iconografía tradicional ligada a su lugar de fabricación, lo que le otorga un valor añadido.
El conjunto de lebrillos que componen esta obra de Fernando Renes se muestran en agrupaciones sobre el suelo, en lugar de como habitualmente se disponen, de modo ornamental, colgados de las paredes de las casas. La fórmula de presentación por la opta el artista resulta, así, más "escultórica" que decorativa, más escénica y teatral, y constituye una novedad en la práctica de Renes, que nos tiene acostumbrados a leer sus dibujos de manera clásica, sobre la pared expositiva. Y si decimos "leer" es porque en su obra puede situarse al mismo nivel el dibujo, una imagen esquemática ilustrada, o algún texto ocasional que o bien acompaña a la imagen o bien, incluso, se trata de una frase que es, en sí misma, protagonista de la pieza, sin anexo de dibujo alguno. Se opera en estos casos un reemplazamiento de la imagen por la palabra, lo que nos remite a Baldessari cuando afirma que "una palabra puede ser una imagen y una imagen puede ser una palabra, son intercambiables".
Curiosamente, algo similar ocurre con los dibujos que Federico García Lorca regalaba, enviaba, guardaba o publicaba junto con sus escritos: solían estar acompañados por una dedicatoria, un poema breve, una de sus frases surrealistas, manifestando una simbiosis entre la palabra y la imagen, una permeabilidad de géneros que, en el caso del poeta, tiene asimismo ramificaciones en su poesía y su teatro. Esa misma permeabilidad se produce en la obra de Renes cuando el dibujo se convierte en mensaje textual o cuando se transforma en animación visual. Y ahora, este proceso se extiende al barro, al utilizar, por primera vez en su carrera, el soporte cerámico del lebrillo como elemento en el que presentar sus nuevos trabajos, que son de carácter enunciativo, muy gráficos y de comprensión directa para el público. Sigue explicando el artista: "Lo que estoy haciendo con esta nueva obra es emplear los lebrillos como si fueran papel, con la salvedad de que se trata de barro. Los lebrillos son objetos muy esculturales, pero la metodología de trabajo es parecida a la que suelo utilizar. La literatura siempre me ha inspirado, así como la filosofía y frases o textos que puedo ver en cualquier sitio. Después hago ese maridaje imagen-texto".
Citas y frases se combinan en estas piezas con dibujos esquemáticos, sencillos, obligados a contenerse en el soporte de barro cocido del lebrillo. El trasfondo popular del trabajo —que no es casual, sino característico en la obra de Renes— genera, lejos de la banalidad, una inmediata empatía emocional por su capacidad de enunciar lo poético desde la aproximación a lo cotidiano.
La desbordante imaginación que es también dominante en la obra del artista queda, así, sintetizada en el escueto mensaje de una frase, un dibujo, o la mezcla de ambos. La multitud de referentes que bullen en su cabeza pasan en este caso por el crisol de Lorca, algo que el autor hace sin esfuerzo alguno, dado que es un apasionado de la obra del poeta. El mismo título del proyecto se sitúa ya en ese plano del homenaje: "Juego de luna y arena" es el último verso del poema que Lorca dedica al antagonismo existente entre los gitanos y la Guardia Civil, Romance de la Guardia Civil española, que a su vez pertenece al Romancero gitano. En palabras de Fernando Renes, este título "sintetiza muy bien la idea del lebrillo, que es un poco luna llena a la vez que está hecho de arena, arcilla, barro... muy del campo, una especie de maridaje entre cielo y tierra, aunque sea un matrimonio más femenino, por aquello de la noche intuitiva". Y así vuelve a enlazar el artista con Lorca, en lo surrealista de lo poético, en lo onírico de lo cotidiano, en la apariencia inocente del gesto y en la búsqueda de la transmisión del mensaje de manera clara y cristalina. Y si hay dobleces, que se entiendan.
Virginia Torrente 2015
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Miki Leal and Fernando Renes "Los zapatos de Federico"
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Saturday, 16/January/2016 Saturday, 6/February/2016
Though classified as a figurative painter with a Surrealist Pop streak, Miki Leal’s work incorporates a variety of other stylistic influences that render this classifi- cation moot. He likes to draw themes related to family and domestic life, dreams, his passion for diverse types of music and his penchant for depicting iconic personalities of our world. Yet he has another interest that surfaces occasionally and, in the case of this exhibition, takes centre stage: graphics. In this case this term does not literally refer to the representation of graphic signs but to designer creations made out of geometric elements, specifically wall tiles, mosaic tiles, terrazzo and other flooring materials consisting of drawings repeated in patterns. In addition to graphics, he is fascinated by the effects of time on these elements: the wear and tear, erosion and endurance that turns them into curious pictorial finds. This aesthetic device came about almost inevitably and can be linked to the artist’s Seville upbringing: Miki Leal was raised among the decorative tiles that are part of the city’s stereotypical image.
This colourful, geometric, textured recreation which surfaces from time to time in his paintings in boldly present in the series of paintings he has created to present at the Centro Federico García Lorca: a Lorquian trompe-l’oeil that takes its inspiration from the poet himself, whose spirit is summoned from his family home in Huerta de San Vicente and brought to the centre of town to stroll through the pain- ter’s creation. It is a suggestive, evocative work, steeped in emotion and lyricism.
In the artist’s words, “My painting has evolved in recent years towards an interest in the margins rather than the central motif. Those silent, seemingly endless areas of the picture offer me a curious insight into elements which may be incidental but to me are of the utmost importance, because I can use them to graphically repre- sent the passage of time”.
When he visited the Huerta de San Vicente, Miki Leal was captivated by the vestiges of the Lorquian spirit that seem to haunt the poet’s family home. As he made a full circuit of the house, he noticed the different types of floors found in the rooms he passed through, each reflecting the erstwhile domestic functions of that particular space. These same floors are now trodden by countless visitors on an endless succession of guide tours, which in three quarters of an hour allow us to soak up the atmosphere that pervaded this house in Federico’s lifetime. As visitors on this tour, we imagine the days when Lorca strode through the house, sat in his room to write, played the piano in the parlour, ate breakfast in the kitchen or lunched in the dining room...
The public must follow an itinerary that takes them through the rooms in a certain order, identical to the one followed in the virtual tour on the Huerta de San Vicente website: grounds, entrance hall, dining room, kitchen, music parlour, staircase, Lorca’s bedroom and, finally, the back room on the top floor, now used as a temporary exhibition hall. However, instead of focusing on the things pointed out by the guide as the group toured the house, Miki Leal turned his attention elsewhere. He listened, but meanwhile he was thinking and looking beyond what he was told and shownor, more accurately, beneath, concentrating on Lorca’s strides through the house, on his footprints.
The textures of building’s floors, different in each room and worn by the ravages of time and thousands of footsteps, have leapt from the poet’s family summer home on to the gallery walls at the Centro Federico García Lorca in Granada’s Plaza de la Romanilla. Here we see a series of drawings where the packed dirt surface of the front courtyard ushers us into the house’s interior, which leads to a sequence of geometric patterns lifted from the cement floor tiles, continues with a checkerboard frieze and is followed by the green clay floor of the kitchen... In this journey through the geometric and minimal interstices of drawing, along with the furrows worn by a thousand feet, the entire floor of the house is recomposed in a mural layout. In the language of drawing, stroke and line unite with colour to create a composition: simple resources that painters use to tell their stories which, in Miki Leal’s case, conceal as much as they reveal, because he cannot convey everything that crosses his mind. The stories are too numerous to count, much less tell. The artist checks himself and holds back his resources, showing one part and only faintly hinting at the rest, though both are equally important. That other part is left hanging, unresolved, to be completed by the audience, who are given clues (but not answers) in the following, precise images.
This piece is a tribute to Lorca by and through his family home, an attempt to trace his footsteps and his presence that becomes a poetic itinerary designed to be read in order, from start to finish, like a poem in stanzas, from the moment we enter his house in Huerta San Vicente until we leave, following the same path that the poet walked day after day as he went about his domestic affairs. A path which, up until now, visitors could only experience in situ, eyes carefully fixed on the floor to avoid tripping or stepping in the wrong place, has now been lifted on to the wall and laid out on paper.
Virginia Torrente 2015 --------
Juego de luna y arena [Game of Sand and Moon] To create this tribute to Federico García Lorca, Fernando Renes sought inspiration in the traditional Andalusian earthenware bowls known as lebrillos, especially those made in the Granada and Triana styles. When he first began thinking about this project, Renes commented:
There is one pottery piece that's immensely popular throughout Andalusia, the lebrillo. I love pottery and ceramics in general, and Granada has a time-honoured pottery tradition that dates back to the Nasrid period and even earlier. I think I could do something more specific and take this opportunity to do something new. Knowing how Lorca loved popular traditions and culture, I sensed that pottery would be something to his liking, but I wanted to create a piece that wasn't merely decorative; that's why I thought of the lebrillo, a bowl or basin that was once used for practically everything, which I see as very powerful, very solid and physical from a plastic perspective. These lebrillos are a marriage of text and image, where Lorca and his work are equally powerful in their presence and their absence. After getting into it, rethinking Lorca and Granada—for although Lorca is universal, he is still very Granadino—my idea is to continue investigating through drawing, but instead of drawing on a wall or a piece of paper I'd like to do it on lebrillos.
A lebrillo is a traditional earthenware vessel, rather like a large soup bowl or circular basin, which has been used in countless ways through the centuries: as a fruit bowl, salad bowl, etc., for personal hygiene (as a basin for washing hands, faces or feet) and for other domestic chores (laundry, washing up dishes and so on). Today the lebrillo has lost its practical value and is considered a mere ornamental object, embellished with various drawings and motifs that reflect the traditional iconography of the place where they were made, giving them an added value.
The assorted lebrillos that comprise this work by Fernando Renes are arranged in groups on the floor instead of how they are usually displayed, as decorative pieces hanging on the walls of people's homes. In deciding to present them this way, the artist has achieved an effect that is more "sculptural" than decorative, more dramatic and theatrical—a new development in Renes's practice, which has us accustomed to reading his drawings in the conventional way, hung on a gallery wall. I say "reading" because in his work a drawing may be placed on the same level as a schematic illustrated image or the occasional text—either accompanying an image or standing alone as a self-sufficient protagonist of the piece, unrelated to any drawing. In such cases the image is replaced by the written word, reminding us of Baldessari's musings on the subject: "It seemed to me that a word could be an image or an image could be a word. They could be interchangeable."
Interestingly, something similar occurred with the drawings that Federico García Lorca gave away, posted, saved or published alongside his writings: they were usually accompanied by a dedication, a short poem or one of his Surrealist phrases, evidencing a symbiosis of word and image, a cross-genre permeability which, in the poet's case, spilled over into his poetry and plays. That same permeability appears in Renes's work when a drawing becomes a text message or is transformed into visual animation. Now this process has been extrapolated to the medium of clay; for the first time in his career, he uses the ceramic support surface of the lebrillo to present his latest creations, which are expository, highly graphic and easily understood by the audience. The artist explains, "What I'm doing in this new work is using the lebrillos as if they were pieces of paper, only they're made of clay. Lebrillos are very sculptural objects, but the working method is similar to my usual approach. Literature has always inspired me, and the same goes for philosophy and random phrases or texts I might come across anywhere. Later I create that marriage of image and text."
In these pieces, quotes and phrases are combined with simple, schematic drawings, forced to confine themselves to the area of the lebrillo's fired-clay surface. The popular or folk connotations of the piece (which are not coincidental but central to Renes's work), far from trivialising it, create an immediate emotional connection thanks to their ability to articulate the poetic in the language of the familiar and ordinary.
The boundless imagination that also dominates this artist's work is thus boiled down to the succinct message of a phrase, a drawing or a combination of both. In this case, the countless references bubbling in the cauldron of his mind are refined in the crucible of Lorca, an operation the artist performs effortlessly as he happens to be a fervent admirer of the poet's work. The very title of the project is a tribute to the master: "game of sand and moon" is a phrase from the final verse of Lorca's poem about the animosity between gypsies and the Civil Guard, "The Ballad of the Spanish Civil Guard", published in his Gypsy Ballads. According to Fernando Renes, this title "perfectly sums up the idea of the lebrillo, which is a bit like the full moon but is also made of sand, earth, clay... very much of the soil, a kind of union of heaven and earth, although the intuitive night makes this a more feminine marriage." And so the artist ties it all in with Lorca, with the Surrealism of poetry, the oneiric quality of the ordinary, the apparent innocence of the gesture and the quest to convey his message with crystalline clarity. And if there is deception, let it be understood. Virginia Torrente 2015
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